no más violencia contra las mujeres
miércoles, 13 de octubre de 2010
RACISMO, MISOGINIA Y LESBOFOBIA ENTRE NOSOTROS Y NOSOTRAS MISMAS
(salir volando -victoria aldunate morales-)
RELATOS LIMÍTROFES
1 La deseable
Una de las primeras lecciones que recibió la niña sobre sexo fue cuando sus padres le ordenaron que no mirase a los perros aparearse en la calle, puesto que era algo “feo”.
La segunda vez, ella se balanceaba sobre sí misma en la silla ¡Eso no se hace, te mueres!, gritó la voz de su madre… La niña lo siguió haciendo escondida, desesperada, gozando siempre con el miedo a la muerte en el placer.
La tercera lección fue de su abuela: Que juntara las piernas cuando andaba con vestido, para no provocar a los hombres.
La siguiente se la debía a su profesora de séptimo. Había llamado aparte a todas las niñas ante la mirada sorprendida de los varones, para recomendarles a ella que cuando estuvieran “indispuestas”, escondieran cualquier vestigio de sangre menstrual: la toalla higiénica bien enrollada en papel, les había subrayado, y lavarse varias veces “en esos días de suciedad”.
Ella había seguido en sus aprendizajes, sola. Aprendió a entrar la barriga para verse más flaca, a hacer dieta permanente, a perfumarse para serle agradable a los hombres y a sacarle partido a su cuerpo para ser deseable.
Se hizo deseable, se casó y parió. Había aprendido.
Lo que no pudo aprender –nunca- fue a tener orgasmos, pero esa es otra historia.
2 La changa
“¡Cállese carajo! ¡A la casa! ¡A qué se cree a qué vino! ¡Vaya a limpiar su cocina, a cuidar a las wawas, a tender la cama, a lavar vajillas! ¡Floja, re floja!”.
Cara chorreada de llanto, sucia de dos surcos negros, boca apretada, ojos de fuego. ¡Un palo se merecía y se lo dio apenas cruzó la puerta!
La había traído para trabajar y ella andaba en la calle jugando como si nada… Los viejos, sus padres, le habían asegurado que sabía hacer de todo en la casa y él –¡pobre estafado!- se lo había creído. ¡Pero que no se creyeran! ¡Todo lo que había gastado en traérsela a la ciudad… y los regalos, papas, cebollas y hasta un chancho que les había dado a los viejos, no iban a ser en vano! ¡La vida costaba y el se la ganaba trabajando, explotado, de la mañana a la noche, no como ella que no sabía ni hacer un fresco de canela! ¡No iba a permitir que le saliera como las otras! El ya tenía 40, necesitaba que se lo cocinaran y se lo limpiaran la casa mientras se rompía el lomo para surgir en la vida! ¡Todavía no había podido encontrar una hembra como es debido! ¡Qué mala suerte! Los viejos lo habían engañado vilmente, esta changa no sabía ni limpiarse la nariz. Pero él le iba a enseñar porque no tenía tiempo para ir a devolverla… y porque le gustaba el bamboleo de sus caderas.
Por eso la había tomado con furia la primera noche, para que aprendiera que ese bamboleo era solo para él. Que aprendiera que en la calle eso no se repetía, que en la calle debía comportase como un señora de su casa. Ahora era esposa ¡su esposa! le grito en el oído… ¡Ya carajo, no llore más, si parece wawa y está grande… tiene 14 años ya!...
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victoria aldunate morales
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